UN MENSAJE PARA EL PUEBLO DE OMOTO
Kameoka, Japón
Agosto 21 de 1991

En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso, loado sea el Soberano de los mundos, que Sus bendiciones sean con todos Sus Profetas y Mensajeros, y con sus seguidores.

 

Queridos hermanos, creo este encuentro no es casual sino sido preparado por Al-lah Todopoderoso, al igual que los de la conferencia del Foro Global en Moscú y la reunión de Kameoka en el año 1990 y los de Damasco, Medina y la Meca en Abril y Mayo de 1991, dado que los pobladores de Omoto poseen una profunda, pura y devota fe en el Dios Único y Todopoderoso, en Sus profetas y Mensajeros, se mantienen alejados de toda superstición y planteamiento irracional, y albergan en sus corazones un sincero deseo de encontrar la luz de la verdad, clara y absoluta, donde sea que ella se encuentre.

 

Hoy nos ha reunido aquí a fin de hablar a cerca del Islam, fe pura y profunda en el Creador que incita a la búsqueda de la verdad, tal como el Profeta Muhammad lo dijo: “El creyente deberá buscar con ahínco la sabiduría y aferrarse a ella con firmeza, en cuanto la encuentre”.

 

El Islam invita a la búsqueda del conocimiento y a la lucha contra la ignorancia, la superstición, el fanatismo y la desviación, enfatiza en la defensa de la justicia, la equidad, el amor y la paz, y cuida de los derechos de nuestro universo y todo lo que en él se encuentra, vivo o inerte. El Último de los Emisarios de Al-lah dijo: Todas las criaturas dependen de Al-lah, pero la más favorecida entre ellas es la que más beneficia a las demás y para quien cumpla con ello Al-lah ha reservado una gran recompensa.

 

Estaréis de acuerdo conmigo en que lo que la Divina Providencia ha preparado para nosotros nos da el ímpetu necesario para unir nuestras manos y trabajar con serenidad y determinación a fin de devolver a la humanidad los valores perdidos durante su deambular por los laberintos del materialismo, juntos podemos luchar contra la pobreza, las enfermedades y la degeneración fruto de nuestra negligencia y deslealtad hacia el Creador.

 

Es tiempo de reforzar nuestros vínculos, compartir nuestros conocimientos y sabiduría, y darnos la oportunidad de vivir la enriquecedora experiencia de conocer y comprender mutuamente nuestras culturas y pensamientos con miras a alcanzar la felicidad, la paz y el bienestar espiritual y material de nuestras comunidades. La humanidad necesita de líderes con corazones divinamente iluminados que a través de sus sabios consejos, razonamiento lógico y comportamiento ejemplar la conduzca a la felicidad en este mundo y en el del más allá. 

 

Esta es la mejor oportunidad para hacer uso de nuestro derecho de expresión y divulgar de manera amplia la Unicidad del Creador y la necesidad de articular a la humanidad bajo las banderas de la hermandad, la paz, el amor y la cooperación, esperando a cambio el privilegio de ser testigos del brillo, la grandeza y sublimidad de la verdadera fe; de rechazar los viejos estereotipos y construir una renovada y esplendorosa imagen que reúna nuestra diversidad, reconociendo el enorme potencial que ella alberga. Es el momento de ir más allá de lo evidente, de traspasar los límites de nuestra sensorialidad y fundirnos hasta convertirnos en una mano tendida siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesite.

 

Es necesario comprender que el objetivo de todo principio religioso es felicidad y que ello solo es posible previo cumplimiento de las condiciones necesarias; que todos los profetas y mensajeros han llamado a la humanidad hacia el camino de la verdad y la sabiduría, pero para ello es preciso educar el intelecto blindándolo contra todo razonamiento ilógico, a fin de hacer de los hombres seres virtuosos capaces de cumplir con la gran responsabilidad que implica ser los representantes del Majestuoso Creador en esta tierra.              

 

El Profeta Muhammad dijo: Los profetas que me antecedieron y yo somos como una hermosa casa en la que han reservado un espacio en una esquina para la piedra que completa su perfección y en la que todo aquel que la admira pregunta: ¿Dónde está lo que le falta? ¡Yo soy esa piedra, soy el último de los profetas!” Y eso me impulsa a estrechar de manera sincera vuestras manos, a llamarles hermanos y a amarles en nombre del Islam, que ha venido con el conocimiento y la sabiduría necesarios para completar y perfeccionar nuestros valores morales y para que trabajemos juntos a fin de alcanzar la felicidad de esta gran familia humana.

 

Mis brazos están abiertos prestos a cooperar solidariamente, porque la complacencia de nuestro amado Creador es nuestro primero, último y único objetivo.  

 

Que la Paz sea con todos vosotros.